José Luis Galán aún no logra sobreponerse a la profunda pérdida que vivió la madrugada del 8 de abril en Santo Domingo, República Dominicana.
Esa fecha marcó un antes y un después en su vida, pues su hermano gemelo, Luis José —conocido como “Centinela de la Verdad”— ya no está con él.
Desde entonces, no solo enfrenta la ausencia física, sino también una sensación de vacío que no ha podido llenar.
Aquella noche, ambos compartían su costumbre habitual: una tranquila partida de dominó con un primo.
Entre jugadas, bromas y risas, vivieron lo que sería su último momento juntos. José Luis lo recuerda con claridad y emoción.
“Tuve el privilegio de jugar su última partida en esta tierra”, dijo conmovido. Añadió que para él fue “una gracia de Dios”.

Esa despedida fue cálida y sin señales de lo que ocurriría horas después. Luis José se marchó a las 11:15 p.m. rumbo al centro de entretenimiento Jet Set, con intención de encontrarse con unas amigas.
Fue su última salida. En la mañana siguiente, al notar que el vehículo de su hermano no estaba en el lugar habitual, José Luis sintió que sus fuerzas se desvanecían. “Cuando no vi el carro en el parqueo, se me fueron las fuerzas”, expresó.
De inmediato corrió hasta el establecimiento, que ya estaba completamente afectado por el colapso.
El automóvil de su hermano estaba en silencio, abierto, al lado de una estación de combustible. “El carro estaba abierto… ahí se nos cayó todo a la familia.”
El hecho que afectó a más de 230 familias también dejó una huella irreparable en la de José Luis. Su vínculo con su hermano era mucho más que biológico; compartían una conexión emocional profunda.
Él mismo lo afirmó: “Si los papeles se hubiesen invertido, ambos hubiésemos fallecido. Él no hubiese sobrevivido a mi ausencia.”

Durante el proceso de duelo, otras tres familias que también perdieron a un mellizo se han acercado a él. Todos comparten el mismo tipo de vacío: una pérdida sin reflejo, sin espejo.
Ninguno estaba junto a su hermano o hermana en el momento del suceso, pero todos quedaron marcados por la ausencia.
A pesar del dolor, José Luis ha optado por no iniciar acciones legales. Sostuvo una conversación directa con Antonio Espaillat, propietario del lugar, en la cual dejó clara su postura.
“No nos interesa ninguna demanda. Lo que Dios permite tiene un propósito.” Desde entonces, ora por él, por su familia y por el alma de su hermano.
Enfrenta también la confusión que genera su gran parecido físico con Luis José. “Todos los días alguien me dice que me vio, que mi hermano está vivo. Eso me mata.” Cada comentario es un recordatorio de lo que ya no está.

Mientras la población busca respuestas y justicia por lo sucedido en Jet Set, José Luis decide seguir otro camino: mantener viva la memoria de su hermano a través de la fe.
“Mi hermano ya no habla, pero su legado sigue de pie.” Aunque su voz se ha silenciado, sigue resonando en quienes lo conocieron, y especialmente en la vida de su gemelo, quien día tras día intenta continuar con el alma dividida.