Aunque buena parte de la población tenía cuestionamientos respecto del proyecto de reforma fiscal introducido por el gobierno en el Congreso el 8 de octubre pasado, unos fundados otros infundados, quizás no todos estaban conscientes de que detrás de las manifestaciones de rechazo tanto físicas a golpe de cacerolazos, como electrónicas mediante discusiones en las redes sociales atizadas por personas o cuadrillas de robots, había también un accionar de partidos y líderes de oposición que querían subirle la temperatura al fuego de la caldera para intentar cocinar rápidamente a su adversario político y sumar puntos en su beneficio, razón por la cual probablemente el presidente procedió con su retiro de forma tan rauda, sin siquiera anunciar posibilidad de reintroducción.
Algunos de los expertos que cuestionaban el proyecto entendían como han expresado públicamente que se abriría una discusión, pues estaban de acuerdo con los objetivos de la reforma y la ven necesaria, aunque estaban en desacuerdo con aspectos de forma o de fondo, y por eso al materializarse el retiro los más conscientes han propugnado porque se inicie una discusión.
Sin embargo la oposición política simplemente dejó el tema atrás sin darse cuenta de que quizás le tocará en su momento impulsar la reforma cuando ya no tengamos otra opción, o estemos frente al indeseable escenario de una crisis.
Uno de los puntos positivos del proyecto de ley de modernización fiscal es que abordaba con responsabilidad el desmonte de múltiples distorsiones y de ciertos privilegios que desde hace tiempo han mermado los ingresos del Estado para beneficio de unos cuantos.
Una grosera expresión de estos es la Ley 57-96 del 6 de diciembre del 1996 mediante la cual se eliminó el tope de US$18,000.00 que establecía la Ley 21-87 para la importación de vehículos exentos por los legisladores establecida mediante Ley 50 de 1966 con la justificación del aumento de los precios por la inflación, pero abriendo la llave de forma irracional al establecer en su artículo segundo que cada legislador importará libre de impuestos un vehículo de motor cada dos años, sin importar el tipo, marca, modelo, año, cilindraje, CIF, etc.”
Así las cosas los legisladores no solo pueden importar un vehículo cada dos años totalmente exento de impuestos, lo cual es irracional, sino que puede tratarse de no importa cual, lo que naturalmente aumenta el monto que recibirán por facilitar a personas acaudaladas, algunas quizás de perfil sospechoso, importar exentos de impuestos los vehículos más lujosos y costosos, lo que según reseña un valioso trabajo periodístico publicado recientemente significó que solo en el período transcurrido del año 2020 a julio de 2024 el fisco dejara de percibir “2,140 millones de pesos por 499 vehículos importados”, investigación que también reseña los 15 legisladores con mayores montos exonerados durante dicho periodo llevándose el palmarés un diputado del PLD seguido de cerca por otros del PRM, del PRD y de la Fuerza del Pueblo.
Algunos con razón dirán que legisladores de todos los partidos se han beneficiado de este privilegio, aunque otros han pasado por el Congreso sin utilizarlo, o usándolo razonablemente, pero es justo reconocer que fue un paso correcto ejercido con responsabilidad el que se asumió en el artículo 69 del abortado proyecto de modernización fiscal, de derogar pura y simplemente las leyes que otorgaban este odioso privilegio.
No sorprende entonces que algunos de los más feroces opositores sean los mismos que se benefician de este, y que los líderes de sus partidos políticos no solo hayan permitido que continue esta distorsión en el tiempo, sino que propiciaron que el derroche fuera mayor al eliminar todo límite. Por eso es importante que verdades como estas salgan a flote para que se contrasten acciones y rueden por el suelo caretas.
Ojalá que con la misma fuerza que se rechazó la reforma fiscal exijamos que se derogue esta irracional exoneración, para que grano a grano alimentemos los ingresos tributarios tan mermados por estas y otras exenciones, lo que de seguro será mucho más difícil de lograr sin estar incluido dentro de un paquete en el que se tocaba a todos, pero debemos intentarlo.