Su legado en la atención a personas con discapacidad marcó generaciones en República Dominicana.
Murió este jueves María Altagracia Pérez Pintado, viuda de Marranzini, fundadora de la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR). La entidad sin fines de lucro tiene décadas brindando servicios a personas con discapacidades físicas y cognitivas.
La noticia fue dada a conocer por su hijo, Celso Marranzini, mediante una publicación en la red social X. En ella expresó gratitud por la vida de su madre y por el impacto que tuvo su obra en millones de dominicanos.
«Su herencia perdurará para siempre. La fortuna que dejó fueron los millones de dominicanos que han pasado y seguirán pasando por Rehabilitación», escribió Celso Marranzini. El mensaje fue acompañado por una imagen con la despedida de la familia.
Mary, como era conocida, nació en Santo Domingo, República Dominicana. Su nacimiento fue el 20 de septiembre de 1926. Fue hija de Celso Pérez y Carmen Pintado, fruto de ese matrimonio.
Más adelante, contrajo matrimonio con Constantino Marranzini. De esa unión nacieron sus cuatro hijos: Celso José, Constantino, Alfredo y Andrés. Su vida familiar acompañó su vocación de servicio social.
Durante su reconocida trayectoria recibió múltiples premios y distinciones. Tanto el Gobierno dominicano como entidades locales e internacionales reconocieron su trabajo por el bienestar colectivo.
Entre los reconocimientos recibidos figuran la «Orden San Silvestre Papa», otorgada por el Papa Juan Pablo II. También recibió la «Medalla al Mérito Militense», de la Orden Soberana y Militar de Malta.
El Poder Ejecutivo de la República Dominicana le otorgó la «Orden Duarte, Sánchez y Mella». Esta condecoración es una de las más altas del país. Reconoce aportes extraordinarios a la sociedad dominicana.
Rotary International le concedió el premio «Paul Harris». En el ámbito municipal, fue reconocida como «Munícipe Distinguida de la ciudad de Santo Domingo, Primada de América».
También recibió el título de «Ciudadana Honoraria de Dallas, Texas». Este reconocimiento refleja el alcance internacional de su labor en favor de la rehabilitación y el desarrollo humano.
En el ámbito académico, fue honrada con un «Doctor of Humanities Honoris Causa» por la Universidad de Puerto Rico. Además, la Universidad Mundial Dominicana le otorgó un Doctorado «Honoris Causa».
Su legado permanece vigente en la Asociación Dominicana de Rehabilitación. La institución continúa ofreciendo servicios fundamentales a personas con diversas discapacidades en todo el país.
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