Una excelente manera de conocer la economía y prosperidad nacionales es midiendo la capacidad de generar y utilizar energía. Japón, sin hidrocarburos, es un ejemplo.
Hay una relación directa entre el rendimiento de la energía, su costo y la eficiencia de su aprovechamiento, por un lado, y el vigor y creatividad de los pueblos.
Desde la labor de esclavos constructores de pirámides egipcias o mayas, hasta la baratura de la electricidad nuclear en potencias industriales, en la zapata de toda prosperidad la energía es fundamental.
Los gobiernos o administraciones públicas incapaces de entenderlo terminan en desastres socioeconómicos, políticos y medioambientales, como Haití.
Es un milagro que República Dominicana, con malísimo y vergonzoso sistema estatal de distribución eléctrica, lidere en crecimiento y estabilidad en Latinoamérica. (El caótico tránsito genera similares enormes costos e ineficacias).
Andy Dauhajre explicó al zar de las EDE cómo ENEL Chile cerró 2023 con activos por 2,843, patrimonio 833 y ganó 16.7 (todo millones de dólares), mientras aquí requieren miles de millones de subsidios y quiebran.
¿Qué más hay que demostrar? ¿Es difícil imaginar cuánto más podríamos lograr, crecer y desarrollarnos si el Gobierno cesa de insistir en lo mismo esperando resultados distintos? Energía cara, costos y precios distorsionados, deficiencias asnales e indolencia impune, no deben formar parte del legado del presidente Abinader.
Si hoy revolucionara todo para remediar el tollo de las EDE, los aplausos se oirían en los confines galácticos. ¡Se puede!