La humanidad está sin dudas a la altura para evitar autodestruirse y sacar hacia delante soluciones a los conflictos, el problema es que quienes son capaces de hacerlo y tienen poder global de evitarlos, están cada vez menos a la altura de la circunstancias, les hace falta altura de miras.
Hoy en día, contemplamos un escenario internacional que amenaza con destruir la civilización, la posibilidad de que las bombas nucleares nos terminen retrocediendo a los tiempos de los palos y machetes es latente; el panorama sombrío nos hace pesimistas; ¿luz al final del túnel?… Sin dudas la hay, solo es cuestión de echar a un lado los intereses.
No es un secreto que en la actualidad estamos más cerca de una tercera guerra mundial, el conflicto ruso- ucraniano iniciado por el «Dios» Putin, está a punto de explotarnos a todos en la cara, lo que supone el fracaso de la diplomacia y el raciocinio.